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Laura Vicuña
Beata Laura Vicuña (1891-1904)
Beatificada: 03-Sep-1988
Laura Vicuña nació en Santiago de Chile en el 1891.
Tenía dos años cuando murió su padre, dejando a su madre con dos hijas pequeñas en una situación muy precaria. La madre se refugió con las dos pequeñas en Argentina, allí comenzó a dedicarse a la costura pero no le fue nada bien y buscó un trabajo en la hacienda del señor Mora. Éste a cambio, le pagaba el colegio y el internado de las niñas, que las Hijas de María Auxiliadora tenían en Junín de los Andes. Así, Laura y Julia Amanda ingresaron en el Centro en el año 1900.
Desde el primer momento Laura destacó por ser una niña muy trabajadora y generosa.
Tanto sus profesoras como sus compañeras la apreciaban mucho aunque también sufrió la incomprensión y la envidia de alguna de sus compañeras.
Le gustaba vivir en el colegio con las religiosas, sin embargo, al darse cuenta de que su madre estaba conviviendo con el señor Manuel Mora, y que, además la maltrataba, comenzó a sufrir enormemente y rezaba y ofrecía a Dios su vida a cambio de la conversión de su madre.
Había ofrecido su vida por salvar a su madre y así se lo expresó en la última noche: "¡Mamá, yo muero! Lo he pedido a Jesús desde hace tiempo ofreciéndole mi vida por ti, para obtener tu retorno a Dios... Mamá, antes de mi muerte ¿no tendré la alegría de verte arrepentida?".
Laura murió en Junín de los Andes (Argentina) el día 22 de enero de 1904. Cuando todavía no había cumplido los 13 años, un cúmulo de graves circunstancias provocó el debilitamiento de su naturaleza hasta llevarla a la muerte: el trabajo del colegio, la situación de dolor que le producía la situación de pecado en la que vivía su madre y la enfermedad que le causó la humedad sufrida, cuando ayudó a las hermanas a salvar a sus compañeras al inundarse el colegio por el desbordamiento del río.
Su madre se convierte, abandona al señor Mora e inicia una nueva vida, como quería su pequeña.
Laura fue beatificada por Juan Pablo II el 3 de septiembre de 1988, en la Colina de las Bienaventuranzas Juveniles, en presencia de miles de jóvenes, y la propuso como modelo de coherencia evangélica llevada hasta la entrega del don de la vida, por una misión de salvación.